
El día de hoy la atmósfera, el precio del dólar, nuestra piel, el centro histórico y la taza de extinción de especies ha cambiado.
No hay un instante que sea igual al anterior, lo único que permanece es el movimiento y a veces las identidades o procesos de automantenimiento. Es por demás querer seguir con las mismas ideas, en el mismo lugar y con la misma forma porque no se puede, aunque hay quienes se resisten a cambiar, quisáz la falta de flexibilidad sea vejez.
Entre más dúctil y plástica sea nuestra adaptabilidad mejor navegaremos los sinfines de la transformación.
Lo único permanente es el movimiento, la impermanencia.
Publicado en el número 390 año 8 de Razón y Acción
Imágen tomada de www.gratisblog.com
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