
Ayer, por algún extraño motivo me empezo a doler el ojo izquierdo.
De regreso a mi casa el dolor se hizo insoportable, comenzé a explorar con que apertura del párpado e inclinación de la mirada me dolía menos, el márgen de alivio era mínimo y resulta que si movía el ojo "bueno" también me dolía el "malo".
La molestia me comenzó a intolerar, sentí como mis respiración se hacía errática y mi mente desatada despotricaba contra el mundo, me dió el irracional miedo de perder el ojo. Después me resigne a estar la situación en lo que llegara una prudente resolución.
Y entonces, afortunadamente mi cuerpo recordó que una vez relajé las ingles suavizando los ojos 1, tambien llegó a mi mente el lema de "enfocarse en las cualidades y estimularlas en lugar de ponerle tanta atención al problema"2
Con esa pequeña ventana de calma retomé profundidad en la respiración, me enfoqué en suavizar mi cuerpo a partir de las ingles con la esperanza de que la sensación periférica de amplitud contagiara a mi ojo adolorido, me imaginé que el dolor era un cúmulo de rayos que salían de mi ojo alejándose hasta desaparecer.
El resultado de mi desesperada exploración fue favorable ya que el dolor disminuyó de manera contundente, pude retomar mi camino con ambos ojos abiertos y comportamiento aparentemente normal.
Una vez más compruebo aunque bajo motivos indeseables, que la mente y el cuerpo es un contínuo, que el cerebro es plástico y se modifica a sí mismo. Que la imaginación estimula la calidad de la visión.
1 Ejercisio tomado por supuesto de un libro de Eric Franklin
2 Bob Liekens citando a Joe Pilates
Fotografía de mi ojo adolorido
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